lunes, 21 de julio de 2014

Crónicas de la Abuela #1


 Este es el inicio de un nuevo "proyecto" personal, uno en el que me gustaría plasmar en pequeños relatos sobre esa mujer que todos conocemos: Natalia.

Recuerdo que  a Mi Abuela siempre le tuvo un gusto interesante a los paseos en transporte público. Solía utilizar el camión a todos lados a donde fuera. Siendo una mujer tan activa, seguramente conocía mas de 100 rutas, todas ellas con un propósito esencial: ya fuera para ir al mercado o para recoger a mi hermano del kinder.

Había ocasiones en que nomás por que sí, Mi Abuela y yo viajábamos en la ruta 9 (hoy conocida como Ruta 52), y que recorría toda la zona sur de la ciudad, que en ese momento llegaba hasta Parques del Sur, y pasaba por algunos Bulevares como San Isidro, San Pedro y Miguel Alemán para finalmente llegar al Centro.

Nunca supe si esta costumbre era para cansarme, distraerme o por que simplemente le gustaba pasear por la ciudad y aprovechaba que nos tenía cerca para usarnos de acompañante pero siempre disfrutábamos de un plus durante el camino: a veces una bolsita de botana, un refresquito y si tenía suerte la misma historia de como había ayudado a una mujer en peligro de ser asaltada con su pesada bolsa del mandado.

Mientras los años fueron pasando, Mi Abuela cada vez perdió mas fuerza y sentidos motores hasta que le fue imposible subir al transporte público de cualquier tipo. Este impedimento fue para ella una de sus mayores frustraciones en su recorrido hacia su actual situación senil. Ahora puedo comprender que su enojo no era por sentirse obligada a usar taxi o a que desde ese momento mi Mamá le "impidiera" siquiera intentarlo; sino que se sentía impotente de visitar o estar cerca de las personas a quien ella tanto quería, como sus hijos o sus nietos que vivieran lejos, incluso en otras ciudades; era perder un cachito de su libertad y de su corazón.

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